
Cada una de ellas tenía encomendada una ardua tarea. Todas sabían desde muy pequeñitas qué es lo que tenían que hacer, ¡era todo tan fácil en sus vidas!. Solo tenían que dejarse llevar por lo que había estructurado a su alrededor.
Así la pequeña oruga fue creciendo. Desde que nació solo conoció a la familia de hormigas que vivían a su alrededor, siempre pensó que ella era una de ellas. La pequeña oruga las veía tan conformes y felices con sus quehaceres diarios que creía querer parecerse en todo a aquellas pequeñas hormigas.
Cada día salía a recoger restos de comida que encontraba en el camino para llevarlos al hormiguero, al principio las hormigas estaban reacias pero poco a poco fueron viendo que su intención era buena y la aceptaron como si fuera una más.

Al cabo de un tiempo la pequeña oruga despertó, se dio cuenta que se había hecho muy tarde y quiso volver al hormiguero, pero se sentía rara y diferente, algo en ella había cambiado, pero aun así seguía obsesionada en seguir a sus pequeñas amigas, arrastrándose por el suelo y siguiendo los pasos que marcaban las hormigas hacia el hormiguero, consiguió regresar a él, y allí cayó agotada por el esfuerzo. A la mañana siguiente volvió a su obsesión, quería llegar a lo alto del gran árbol como hacía el resto de hormigas, pero esta vez notaba que tenía un peso mayor sobre sus espaldas…La pequeña oruga no vio en que se había convertido, no sintió lo que había nacido en ella, y siguió así durante mucho tiempo, luchando contra su instinto que le hacía revolotear de vez en cuando.
Pero una mañana un pequeño saltamontes pasó por su lado y mirándole le preguntó:

- ¿Qué hace una preciosa mariposa arrastrándose tras las pequeñas hormigas?
- ¿Una mariposa? ¿Dónde? - preguntó la pequeña oruga A lo que el saltamontes contestó
- Tú, tú eres la mariposa. ¿Por qué no intentas volar para llegar a lo alto del árbol? Te costará mucho menos.
En ese momento algo en ella despertó, sus alas empezaron a desplegarse como nunca antes lo habían hecho, y sintió como ascendía, llegando a la cima de aquel árbol que tantas veces había soñado alcanzar. Una vez allí, arriba, vio que el mundo era mucho más que aquel árbol y descubrió entre las altas ramas un montón de mariposas iguales a ella, miró hacia abajo y con un suave aleteo se despidió de sus queridas amigas las hormigas revoloteando feliz entre las miles de flores que la esperaban…
Autor: AIDA DUQUE
No hay comentarios:
Publicar un comentario