Hablando estrictamente, el ámbar no es un cristal en
absoluto. Es resina de árbol solidificada y fosilizada. Tiene intensas conexiones
con la tierra y es una piedra que asienta las energías superiores. El ámbar es
una poderosa sanadora y limpiadora que aleja las enfermedades del cuerpo y
favorece la revitalización de los tejidos. También limpia el entorno y los
chacras. Absorbe las energías negativas y las transmuta en fuerzas positivas
que estimulan la autosanación corporal.
Psicológicamente, el ámbar aporta estabilidad a la vida,
pero también motiva, vinculando el objeto de deseo con el impulso para
conseguirlo. Puede ayudar a contrarrestar tendencias depresivas o suicidas.
Mentalmente, el ámbar estimula el intelecto, despeja la
depresión y favorece un estado mental positivo, además de la expresión
creativa. Aporta equilibrio y paciencia, y favorece la toma de decisiones,
siendo de ayuda para la memoria.
El ámbar es un poderoso limpiador y sanador de los chacras.
A nivel físico, imbuye el cuerpo de vitalidad y tiene el poder de expulsar la
enfermedad corporal. Absorbiendo el dolor y la energía negativa, el ámbar
permite al cuerpo reequilibrarse y curarse; también alivia el estrés. Resuena
con la garganta, tratando el bocio y otros problemas de garganta, vesícula
biliar, alivia los problemas de articulaciones y fortalece las membranas
mucosas.
Llévalo puesto durante largos períodos, especialmente en la
muñeca o la garganta, o sitúalo en el lugar apropiado. Si vas a tratar bebés o
niños, es conveniente que primero la madre lleve puesta la piedra.
Extraído de " La Biblia de los cristales" by Judy
Hall
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